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martes, 30 de octubre de 2012

Novedades Octubre

lunes, 22 de octubre de 2012

Redescubrir la fuerza y la belleza de la fe


Aurelio Ferrándiz García
Secretariado Diocesano de Catequesis

He aquí la invitación del papa Benedicto XVI al convocar el Año de la Fe. Palabras dirigidas a todos los cristianos, pero de manera muy especial a los catequistas que son los que anuncian, transmiten y educan la fe a los demás. Y es que la fe es el verdadero objetivo de la tarea catequética. Por ello, he querido asumir la recomendación que nos hace el papa Benedicto en la “Porta fidei” para este año: "Habrá que intensificar la reflexión sobre la fe para ayudar a todos los creyentes en Cristo a que su adhesión al Evangelio sea más convincente y vigorosa, sobre todo, en un momento de profundos cambios como el que la humanidad está viviendo" (n. 8).

Mi propuesta, pues, consiste en ofrecer una sencilla reflexión, a modo de catequesis, sobre lo que significa la fe. Se trata de despertar a la fe, caer en la cuenta de lo que significa creer sencillamente. Por otra parte, he escrito esta catequesis advertido por las palabras del papa cuando sentencia con toda razón que hoy "no se puede considerar la fe como un presupuesto obvio de la vida común" (n. 2).

Es posible que el catequista que ha de anunciar, enseñar y transmitir la fe a  sus catequizados no conozca los rudimentos de lo que significa la fe. Pensando en ellos, voy a desarrollar este elenco de temas: fe significa confiar, fe significa estar libres del miedo, fe significa creer sin ver, fe significa perseverar, fe significa obras buenas, fe significa conocimiento de la Palabra, fe significa santidad, fe significa recordar, fe significa cambiar, fe significa sacrificio, fe significa alegría, fe significa testimonio, fe significa  amor, fe significa don.

A lo largo de este Año de la Fe, iré ofreciendo estas reflexiones para mostrar de forma sencilla "la fuerza y la belleza de la fe" (n. 4).


1. Fe significa Confianza

La palabra fe tiene tantos significados como para escribir un diccionario, pero yo prefiero comenzar por el significado más importante, seguramente el primordial, del que arrancan todos los demás significados: confiar. Lo dice el mismo Jesús con palabras muy claras: "En verdad os digo que si tuvierais fe y no vacilaseis, no solo haríais lo que la higuera, sino que diríais a este monte “Quítate y arrójate al mar”, y así se realizaría. Todo lo que pidáis orando con fe, lo recibiréis” (Mt, 21, 21-22).

La fe auténtica nos permite confiar en Dios, fiarnos de Él, en todo aquello que pedimos en la oración y que está por encima de nuestras posibilidades naturales. Dios quiere concederlo y puede concederlo. Esta es la fe cristiana clara y sencillamente: poner nuestra vida en las manos de Dios, todo lo que nos sobrepasa, nos asusta, nos angustia, nos inquieta, y no dudar ni un instante de que estamos en buenas manos. Lo que se pone en sus manos, lo que se confía a Él en la oración, no se vuelve a tocar más, sabemos que se alcanzará. Hay muchos momentos de nuestra vida que nos sentimos desbordados y ante los problemas nos vemos poca cosa, pequeños y humildes. Nos preguntamos ¿dónde puedo acudir? ¿quién me puede ayudar? La fe en Dios nos dice desde nuestro corazón que con Él estamos en buenas manos, que en Él podemos confiar, de Él nos podemos fiar.

Hay una comparación que nos ayuda a comprender lo que estoy diciendo. En el circo se lucen los trapecistas. Además del entrenamiento y la destreza en los números que preparan, el elemento más importante para que todo funcione correctamente es la confianza. Un trapecista está seguro cuando está agarrado fuertemente a la cuerda que lo sostiene en el vacío, pero en el momento de arrojares a los brazos del compañero que lo espera en la altura, sólo cuenta la confianza que tiene puesta en su compañero. Algo así es la fe. Dios está esperándonos con los brazos abiertos para que nosotros nos arrojemos a Él con toda confianza, sabiendo que no vamos a quedar defraudados; Él nos agarra, nos sostiene, incluso en el vacío, cuando debajo de nuestros pies no hay nada fuerte para pisar. Así es Dios. ¡Hay tantos momentos que se presentan en la vida para arrojarnos a sus brazos con la confianza de saber que Él nos agarra fuertemente! Fe significa confianza en los brazos del Padre Dios, con Él no nos falta seguridad porque sus brazos nos agarran fuertemente. San Pablo había experimentado muy bien lo que es la fe, cuando al final de su vida se encuentra en la cárcel de Roma, solo y abandonado de todos, a punto de ser martirizado y exclama con una fuerza que impresiona: : “Sé de quién me he fiado”(2 Tim 1, 12).

Otro detalle que quiero comentar es que la confianza del trapecista se apoya en el conocimiento de la otra persona, es decir, de la relación que tiene con ella, del ejercicio mantenido durante tiempo hasta comprobar que los brazos son fuertes, que se puede fiar en el salto mortal. De igual manera, la fe en Dios brota de nuestra relación con Dios. Si no hay adhesión a Él, relación con Él, si no hacemos ejercicio de mutuo conocimiento y amor, difícilmente podremos echarnos en sus brazos en el momento de la tribulación y de la prueba. La fe como confianza conlleva relación, amistad, trato íntimo, y todo esto se adquiere en la oración y en la vida.

Para finalizar un detalle. La fe no es sólo sentir sino sobre todo “hacer”. En el texto evangelio aparecen las expresiones "hacer" y “realizar”. Todo lo que pidamos con fe en la oración se hará. Y es que la confianza en Dios nos empuja a hacer, a obrar, a actuar en la vida. Una fe que no lleva a las obras, es una fe muerta, dice el apóstol Santiago (2, 14-18). La fe auténtica, que confía en Dios, nos lleva a hacer las obras que quiere Dios.

lunes, 1 de octubre de 2012

Guía para padres del curso del Despertar religioso